Por: Lucas Moyano*
GUÍA PARA UNA CIUDADANÍA DIGITAL RESPONSABLE
Tuve la oportunidad de participar del primer foro regional de inteligencia artificial en la justicia, que se desarrolló en la provincia de San Luis. Allí, pude compartir con grandes colegas y con un gran amigo, doctrinario y pensador Rubén Chaia[1]. Como en toda cena de amigos, no faltaron anécdotas y risas, pero también se me presentó la oportunidad de aprender de quien para mí es un gran referente.
En el marco de la charla, Rubén me explicó cuáles son los principios que él ha elegido para vivir la vida. Estos son los mismos que utilizaban los romanos por el siglo VIII, que se resumen en: vivir honestamente, no dañar a los demás y dar a cada uno los suyo. Los principios romanos se complementan con sus virtudes: seriedad y responsabilidad, confianza y lealtad, excelencia moral y valor.
Su reflexión y la forma en que él los utiliza en la vida diaria me llevaron a hacerme las siguientes preguntas ¿Pueden estos principios ser aplicados en el entorno digital? ¿Pueden servir de guía para una ciudadanía digital responsable?
Considerando que pasamos un promedio de ocho horas y cuarenta y cuatro minutos al día en internet[2], inmersos en un ecosistema donde los algoritmos de redes sociales están diseñados para captar cada vez más nuestro tiempo, el espacio digital a menudo se vuelve hostil y agresivo. Esto es producto del anonimato que ofrecen las plataformas digitales, sumado a la distancia física entre los usuarios, lo que lleva a reducir la empatía y las inhibiciones, que conlleva a comportamientos que las personas tendría en la vida real. Entiendo que estos comportamientos se deben, en gran parte, a la falta de educación respecto a un uso responsable de la red.
En este marco entiendo necesario establecer reglas de comportamiento ético y moral en la red, con el objetivo de promover una convivencia digital mas empática y segura, donde la interacción entre los usuarios este basada en el respeto, la tolerancia y la veracidad. Al adoptar principios éticos, podemos contrarrestar la influencia negativa de los algoritmos y transformar el espacio virtual en un entorno más humano y constructivo.
Esta introducción, junto con los cuestionamientos formulados, me mostró una pauta clara: estos principios pueden y deben ser utilizados en entornos digitales para un ejercicio consciente y ético de los derechos y responsabilidades. Su aplicación fomenta el uso seguro y crítico de la tecnología para participar activamente en la sociedad, informarse adecuadamente, proteger la privacidad, y fomentar la empatía y el respeto online, en otras palabras, utilizando el concepto que lo abarca que es la ciudadanía digital responsable.
Desde mi punto de vista, los principios romanos pueden constituir un fundamento ético, moral y legal, convirtiéndose en la clave del comportamiento en línea para una ciudadanía digital responsable. Para ello, planteo analizar los principios romanos pretendiendo buscar el equivalente digital.
Vivir honestamente: la honestidad en la era digital implica un compromiso con la verdad y la transparencia. Dejando de lado el anonimato y la desinformacion. Un ciudadano digital honesto no solo evita la comisión de fraudes o ciberataques, sino que también verifica las fuentes antes de compartir información, contribuyendo a un ecosistema mas sano y confiable.
Yuval Noah Harari[3] refiere: “En un mundo inundado de información irrelevante, la claridad es poder. La censura no funciona bloqueando el flujo de información, sino saturando a la gente de desinformacion y distracciones. En este sentido se puede entender que en estos tiempo el mayor peligro no es la falta de información, sino el exceso de información falsa.
Esto asentúa a la honestidad como un pilar fundamental.
No dañar a los demás: podemos entender este principio como una abtención de generar daños a los demás en entornos digitales. En este punto no solo hablamos de phishing, estafas, suplantaciones de identidad, acosos, difusión no consentida de imágenes intimas, injurias, calumnias, violencia de genero digital, daño informatico, etc. Un ciudadano digital responsable sabe que sus acciones en la red tienen consecuencias reales.
Dar a cada uno lo suyo: implica reconocer los derechos ajenos, siendo fundamental para proteger la propiedad intelectual y los datos personales. El dar a cada uno los suyo implica proteger nuestros propios datos y respetar la privacidad de los demás.
Responsabilidad y seriedad (gravitas): en el ámbito digital implicaría, por un lado, la verificación de información en un entorno donde las noticias falsas y la desinformación se propagan con rapidéz, la seriedad y responsabilidad nos insita a no compartir contenido sin antes verificar su autenticidad.
Por otro lado la comunicación respetuosa: el anonimato en línea puede fomentar la hostilidad, este principio significa tratar a los demás con respeto, incluso en desacuerdos. Debemos tener presente que nuestras palabras tienen peso e impacto en la vida real de las personas y no solamente en la red.
Confianza y lealtad (fides): este principio relacionado con la confianza mutua entre ciudadanos y la lealtad de la comunidad, también encuentra su aplicación en el ámbito digital.
El mismo se traduce en la protección de la privacidad: ser dignos de la confianza de los demás, no solo implica proteger nuestra propia información, sino también ser conscientes de cómo nuestras interacciones pueden afectar a los demás. Esto implica que debemos abstenernos de compartir información privada de los demás sin su consentimiento y ser conscientes de cómo nuestras interaccione los afectan. No se trata solo de proteger nuestros datos sino también los de nuestra comunidad digital.
Asimismo, incluye la responsabilidad colectiva de fomentar un ecosistema digital más seguro y solidario. Esto se traduce en acciones, como reportar contenido dañino, apoyar a quienes sufren del acoso en línea y la participación activa en la construcción de una comunidad digital mas respetuosa y segura para todos.
Aplicar este principio es fundamental para fortalecer los lazos en nuestra comunidad online. Si actuamos honrando la confianza y con lealtad, protegeremos, por un lado, a los individuos, y por el otro, estaremos contribuyendo a la construcción de una red resiliente y de unidad, donde la seguridad y el respeto sean pilares claves.
Conclusión
Entiendo que los valores como la honestidad, el respeto, la responsabilidad, la lealtad y la empatía son fundamentales en nuestra vida off line como en los entornos digitales. Su aplicación en el ecosistema virtual nos permite combatir la desinformación, proteger nuestra privacidad y fortalecer vínculos respetuosos y empáticos en nuestras interacciones en línea.
Adoptar estos principios no es solo una cuestión de moralidad, sino constituye un acto de empoderamiento colectivo. Al hacerlo, cada uno de nosotros cada uno de nosotros aporta su grano de arena o huella, contribuyendo un espacio digital más seguro.
Notas
[1] Rubén Alberto Chaia: Argentina. Vocal del Tribunal de Juicios y Apelaciones de Concepción del Uruguay. Abogado (UBA). Magister en Derecho y Magistratura Judicial (Austral). Especialista en Derecho Penal (Austral). Ex Presidente de la Asociación de Magistrados de Entre Ríos. Libros publicados: “La obligación de Seguridad” (Hammurabi), “La investigación Penal” (Delta). “Responsabilidad Penal Médica” (Hammurabi). Colaboración en: Código Penal y normas complementarias” dirigido por Baigun y Zaffaroni. “Pérdida de Chance de Curación” (Astrea), “La prueba en el proceso Penal” (Hammurabi), Técnicas de Litigación Penal 7 tomos, La Prueba Digital, 2 tomos, Juicio por jurados, 2 tomos, ha publicado gran cantidad de artículos en revistas especializadas y disertado en numerosos certámenes jurídicos.
[2] https://datareportal.com/reports/digital-2025-argentina
[3] 21 Lecciones para el Siglo XXI. Yubal Noah Harari. Editorial Debate.
* Fiscal Especialista en Ciberdelitos y Evidencia Digital. Autor de Ciberdelitos como Investigar en Entornos Digital. Edición 1 y 2 Editorial Hammurabi
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