
Por Maximiliano Octavio Davies
NEUROCIENCIA Y ERROR DE PERCEPCIÓN EN LA DEFENSA PUTATIVA: APORTES DE ANIL SETH AL ANÁLISIS PENAL[1]
1. Prólogo. Introducción
Este trabajo también podría haberse titulado “La propuesta de A. Seth sobre la consciencia ¿podría constituir un aporte de utilidad como una nueva forma de explicar los casos de legítima defensa putativa? o “Neurociencia y error de percepción en la defensa putativa: aportes de Anil Seth al análisis penal”. Tengo la esperanza de poder explicar el por qué.
En los casos en donde el ciudadano debe actuar para autoprotegerse, la decisión sobre si esta conducta puede ser enmarcada en los extremos de la legítima defensa, requiere un análisis complejo. Un primer aspecto, fáctico, serían las circunstancias de hecho que rodearon el acto defensivo, las que generaron la conducta defensiva. En segundo lugar, y de índole subjetiva, se ciñe al modo en que el individuo percibió e interpretó dichas circunstancias 'objetivas'. Estos elementos, tras ser sometidos a la evaluación del sujeto actuante, se subjetivizan inexorablemente. Al mismo tiempo (y esto quizás es lo relevante a los fines de determinar la suerte que correrá el sujeto actuante) se continúa con el análisis que deberá realizar el juez sobre esos elementos que llamamos objetivos (los hechos), y una interpretación subjetiva de la interpretación subjetiva que la persona actuante realizó. Este proceso de apropiación subjetiva e interpretativa de la realidad, previamente mediada por la persona juzgada, constituye inherentemente una actividad valorativa. Por consiguiente, la interpretación del juez sobre la valoración del sujeto actuante es también, y por naturaleza, un juicio necesariamente subjetivo. La propuesta gira en torno a la siguiente cuestión: aprovechar elementos de otras ciencias a los fines de lograr una mejor interpretación. Incorporar el aspecto neurocientífico que estudia cómo las personas interpretamos lo que ocurre a nuestro alrededor. Esta herramienta no solo tendría fines didácticos, sino que, permitiría darle al juez un marco diferente en algunos aspectos útiles al momento de resolver jurídicamente el caso.
2. La propuesta de Anil Seth en Being you (“Ser tu”). Desarrollo
I. El autor propone que la consciencia del ser humano está más relacionada con el hecho de estar vivo que con la inteligencia. Para él, la experiencia del yo se basa en procesos biológicos que surgen de la interacción entre el cerebro y el cuerpo. Señala que comprender la consciencia puede cambiar profundamente nuestra visión de nosotros mismos y del mundo. Profundiza en el concepto de la consciencia como un proceso de alucinación controlada, defendiendo que nuestras percepciones del mundo y de nosotros mismos son el resultado de predicciones del cerebro basadas en probabilidades bayesianas[2]. Explica cómo la percepción, incluso de nuestro propio cuerpo (propiocepción e interocepción), no es una lectura pasiva de datos sensoriales sino una construcción activa. Explora fenómenos como la ceguera al cambio, la ilusión de la mano de goma y las experiencias de despersonalización, para ilustrar cómo la percepción del yo corporal es moldeada por expectativas y no es una representación fiel de un cuerpo objetivo.
Seth introduce el concepto de “animal-máquina”[3]: la idea de que la autopercepción sirve principalmente a la autorregulación fisiológica y no a un autoconocimiento objetivo. Defiende que nos percibimos como entidades coherentes y continuas para poder sobrevivir y mantener la homeostasis. En este sentido, nuestra experiencia del yo es una herramienta evolutiva. Posteriormente, examina cómo nuestra percepción de identidad personal (el yo narrativo y social) surge a partir de la necesidad de crear una coherencia a través del tiempo, aunque nuestro cuerpo y mente cambian constantemente. Analiza cómo la estabilidad subjetiva del yo puede contribuir al control y la eficacia en la acción. Más adelante, el libro aborda las implicaciones sociales y éticas de la creación de máquinas con aparente consciencia o agencia. Reflexiona sobre los posibles efectos psicológicos y culturales de convivir con inteligencias artificiales avanzadas y plantea interrogantes sobre los derechos y la consideración moral que podríamos otorgarles.
Finalmente, Seth concluye que entender la consciencia no solo es un desafío científico y filosófico, sino una vía para reconciliarnos con nuestra propia naturaleza como parte del mundo físico. Argumenta que la consciencia y el yo no son entidades misteriosas aparte, sino fenómenos naturales emergentes que reflejan nuestro ser como organismos vivos. Hasta aquí se podría decir que tenemos una idea extremadamente resumida de la primera parte de la obra.
En la segunda parte, desarrolla la idea de contenido consciente. Seth explica cómo el cerebro no capta el mundo de manera pasiva, sino que constantemente genera predicciones que son corregidas por los datos sensoriales. Llama a este proceso alucinación controlada. No vemos las cosas “tal como son”, sino como nuestro cerebro espera que sean.
a) Ejemplos de su afirmación: Ceguera al cambio: fallamos en detectar cambios evidentes porque no los esperamos; -Ilusión de la mano de goma (experimento)[4]: muestra que el cerebro puede ser engañado para incorporar una mano falsa como propia; -Percepción multisensorial: la integración de sentidos (vista, oído, tacto) es flexible y depende de la predicción; -Efecto McGurk: la percepción auditiva es influenciada por señales visuales (la lectura de labios)[5]. La idea central es que el cerebro no es un receptor pasivo de la realidad, sino un generador activo de percepciones. Nuestra experiencia del mundo es una “alucinación controlada”, guiada por predicciones que el cerebro ajusta con la información sensorial. Lo que vemos, oímos, sentimos, es en gran parte lo que nuestro cerebro espera. Lo que experimentamos como “el mundo” —colores, sonidos, olores, texturas, incluso nuestro cuerpo— es una construcción activa del cerebro. No es una copia de la realidad externa sino el resultado de un proceso constante de inferencia: el cerebro genera hipótesis (predicciones) sobre las causas de los estímulos sensoriales y luego las ajusta en función del “error de predicción” (la diferencia entre lo esperado y lo recibido). En otras palabras, esto es la alucinación controlada.
b) Predicción vs percepción: La percepción se basa en modelos internos que anticipan lo que debería estar ahí. Cuando la información sensorial no coincide, se produce una “sorpresa de predicción” que puede ajustar la experiencia. 1. Predicción activa: ¿cómo percibimos? La percepción no es una “ventana” al mundo. Es una inferencia: el cerebro apuesta por la hipótesis más probable. El cerebro implementa un proceso llamado inferencia bayesiana: combina conocimiento previo (modelo interno) con nueva evidencia sensorial. Lo que llega desde los sentidos es ambiguo e incompleto. El cerebro llena los huecos, genera significado. Ejemplo simple: el color de un objeto puede verse distinto según el contexto de luz y sombra. El cerebro ajusta nuestra percepción del color basándose en sus predicciones sobre la iluminación[6]. 2. Multisensorialidad: la consciencia no se construye por canales sensoriales separados (vista, oído), sino por una integración jerárquica de predicciones multisensoriales. 3. Percepción y atención: la atención es el mecanismo por el cual el cerebro asigna “peso” a ciertas predicciones, decidiendo en qué centrar los recursos. 3. Percepción multisensorial: aquí la consciencia unificada que experimentamos es el resultado de la integración de señales de múltiples sentidos. Esta integración es flexible, dependiente del contexto. La experiencia consciente no se construye por “canales” sensoriales separados sino por un modelo integrado en constante actualización. 4. El rol de la atención: la atención no es lo mismo que la consciencia, pero estaban íntimamente ligada. Es el mecanismo por el cual el cerebro asigna recursos a ciertas predicciones. Dirigimos la atención a aquello que el cerebro estima como más relevante (basado en historia, contexto, expectativas). 5.El umbral de la consciencia: no todo lo que percibimos se vuelve consciente. Hay un “umbral” por encima del cual la experiencia emerge como consciente. Ejemplo: podemos procesar estímulos visuales o auditivos de manera inconsciente (priming -efecto de preparación-, percepción subliminal, otros). La consciencia surge cuando las predicciones son suficientemente estables, coherentes y confiables. La conclusión de la segunda parte del libro podría resumirse de la siguiente forma: nuestro “aquí y ahora” es una construcción activa. La consciencia es dinámica, flexible y siempre mediada por lo que el cerebro espera que ocurra. Los ejemplos de “alucinación controlada” que brinda el autor, son los mencionados anteriormente (p. ej. ceguera al cambio: no notamos cambios en escenas visuales si no los esperamos, porque el cerebro asume estabilidad; Ilusión de la mano de goma: si vemos cómo acarician una mano de goma en sincronía con nuestro tacto real, podemos sentir que “esa” es nuestra mano. El cerebro construye la percepción de “este es mi cuerpo” basándose en predicciones multisensoriales; Efecto McGurk: si escuchamos un sonido (como “ba”) pero vemos labios pronunciar otro (“ga”), podemos percibir un sonido intermedio (“da”). La percepción auditiva es modulada por la vista: el cerebro genera un “mejor ajuste” entre las señales contradictorias.
En la tercera parte (El yo) el autor aborda de lleno la construcción del yo consciente: El yo corporal. El yo corporal, que es la percepción del propio cuerpo (interocepción) es también una predicción: sentimos que somos un cuerpo vivo que necesita mantenerse en equilibrio fisiológico (homeostasis). La consciencia de ser “uno mismo” sirve al control corporal más que a la autoexploración filosófica. 1. Yo como agente: la sensación de “tener control” sobre nuestras acciones es un producto de predicciones sobre nuestras intenciones motoras. Ilusiones como el “movimiento intencionado” en experimentos muestran que el sentido de agencia es maleable. 2. Yo social y narrativo: a lo largo de la vida construimos un “yo narrativo”, una historia coherente sobre quiénes somos. Este yo no es constante: cambia, es flexible y en parte es construido para que otros nos perciban de un modo estable. La memoria juega un papel clave: sin memoria autobiográfica, el yo se desintegra (casos de amnesia). 3. El libre albedrío: es una ilusión, en parte nuestras acciones están predeterminadas por procesos cerebrales previos a la consciencia de la decisión, aunque la experiencia de elegir es útil desde el punto de vista evolutivo. La idea central aquí es que el “yo” que sentimos —la sensación de ser un individuo separado, continuo en el tiempo— es una forma especializada de alucinación controlada. No hay un yo esencial: es una construcción evolutiva para la regulación del cuerpo y la interacción social. El autor sugiere que lo que llamamos “libre albedrío” es en gran parte una ilusión útil. Las decisiones se originan en procesos inconscientes, y la consciencia sólo registra una “narrativa” post hoc que da sentido a la acción. 3.a. Tres dimensiones del yo: 1. yo corporal (body-self): La percepción de tener un cuerpo es un modelo predictivo basado en señales internas (interocepción) y externas; Homeostasis: el cerebro predice y controla el estado fisiológico para mantener la vida; Experimentos: ilusiones como la de la mano de goma muestran que la imagen corporal es flexible; 2. Yo como agente (agent-self): el sentimiento de agencia (“yo hago”) es también predictivo. El cerebro anticipa las consecuencias de nuestras acciones. Cuando la predicción se cumple, sentimos control. Experimentos con retraso en el feedback motor pueden alterar o eliminar este sentimiento; 3. Yo narrativo y social (narrative-self): Es la historia que contamos (a nosotros mismos y a otros) sobre quiénes somos. Construido a partir de memoria autobiográfica, emociones, lenguaje. El yo narrativo es maleable, cambia a lo largo de la vida y no es una entidad fija. 3.b. Consciencia sin autoconciencia: Seth plantea que puede haber consciencia (experiencia fenomenológica) sin un sentido de “yo” (autoconciencia). Ejemplo: ciertos estados meditativos o de absorción total.
En la parte cuarta de la obra (Los otros) el autor aborda el tema de la consciencia en otros seres y en máquinas. Por ejemplo: A. Consciencia animal: muchos animales muestran signos de poseer consciencia, aunque probablemente no idéntica a la humana. La consciencia no está ligada solo al lenguaje o a la racionalidad. B. IA y máquinas: Seth argumenta que crear IA que emule el comportamiento humano no significa necesariamente que sea consciente. El problema no es solo de complejidad computacional: la consciencia está ligada a procesos profundamente corporizados (embodiment) y biológicos. Esto plantea preguntas éticas: ¿cómo tratar a máquinas avanzadas? ¿Podemos estar seguros de que “sienten”?
3. Desarrollo. Una posible vinculación entre neurociencia y derecho penal[7]
a) Vinculación. La vinculación que creo haber encontrado, o, mejor dicho, la posible aplicación de su teoría a un mecanismo de resolución de ciertos casos penales, es lo que genera este comentario. Concretamente, creo que, bajo la perspectiva expuesta en la obra de Anil Seth, se podrían explicar de forma más apropiada (o más completa) los casos de legítima defensa putativa: la alucinación controlada[8]. Voy a intentar explicarlo lo más claramente posible. Señala el autor que “...la percepción es un acto generativo y creativo; una interpretación proactiva, cargada de contexto y un compromiso con las señales sensoriales...”. Entiendo que esto podría tener relevancia en el ámbito del derecho penal, ya que, la percepción, a pesar de su obviedad, está estrechamente ligada a lo que cada persona está en condiciones de percibir. Esta circunstancia, dicha así, sin aspiraciones científicas, es determinante a los fines de analizar la elección de un determinado curso de acción y podría ser útil para entender -para encontrar los motivos- de la elección de esa conducta y no de otra que podría haberse emprendido dentro de un abanico de opciones alternativamente válidas. Si yo percibo una postura, un gesto, una acción, etc. como agresiva, es posible que responda en esa misma línea de conducta, aun cuando para otros esto podría ser percibido de manera muy diferente. Imagino percepciones de sujetos dentro de un mismo sistema cultural, ya que, en otros contextos, la distancia entre cultura/tradición podría hacer fracasar la hipótesis. Si la percepción –como señala el autor- es un ejercicio que en realidad viene de adentro hacia afuera, y no tanto de afuera hacia adentro (o, en todo caso de una interacción entre estos dos campos -no estoy seguro de que pueda decirse de esta forma-), mi acción en respuesta a un estímulo X dependerá –o debería esperarse que así fuese- mucho más de mi adentro que de mi afuera. Y es claro que, en el ámbito del derecho, no se brinda a las predicciones del cerebro sobre las causas de esos datos sensoriales la relevancia que debería a los fines de poder explicar o entender adecuadamente un curso de acción que se genere en base al contacto con esos datos sensoriales.
b) El caso real. Ejercicio. Voy a intentar trabajar sobre un ejemplo, un caso real que –para algunos- constituye una agresión ilegítima que configura el delito de homicidio agravado y –para otros- un caso de legítima defensa putativa en donde existe en el autor una falta de conciencia de la antijuridicidad generada por un error en las circunstancias fácticas que conformarían –justamente- la legítima defensa. Los ciudadanos tenemos derecho a defendernos sin temor a ser acusados de cometer delito (es decir, evitando responder por los perjuicios que genere nuestra acción defensiva/ofensiva) siempre que: a) seamos víctimas de una agresión ilegítima, b) que el medio empleado para impedir o repeler la agresión sea racional; y c) que exista por parte de la víctima falta de provocación suficiente. Ahora bien, puedo encontrarme en error en cuanto a alguno/s de estos requisitos, es decir, puedo interpretar que existe una agresión ilegítima cuando en realidad no es tal. En esos casos de legítima defensa putativa existe en quien se creía víctima (luego, en realidad el agresor) una errónea suposición de estar sufriendo una agresión ilegítima. Existen numerosísimas teorías que explican las consecuencias de esta situación. No vamos a entrar en ellas. Simplemente diré –tomando las consecuencias que propone una de estas teorías para que nos ayude con el ejemplo- que si ese error era evitable y existe un tipo penal culposo que recepte esa figura (en nuestro caso existe, el homicidio culposo –por negligencia, impericia, etc.-), el acusado será castigado en orden a ese delito, pero, si el error era inevitable o el legislador no previó un tipo culposo, la conducta será impune (no recibirá sanción). Constituye un problema verdaderamente complejo determinar cuándo el error puede ser evitado (o evitable)[9].
Vamos al caso
“... El oficial mayor de la Policía, identificado como P.F.C., que desempeña sus tareas en la Superintendencia de Investigaciones de la fuerza porteña, estaba en su automóvil particular estacionado esperando la luz verde del semáforo. En ese contexto referenciado, le abrieron la puerta trasera de su automóvil y le tocaron su bolsillo, tras lo cual tempestivamente efectuó tres disparos con su arma reglamentaria, dando uno sobre el lateral izquierdo del intruso que le provocó inmediatamente la muerte. A mayor precisión, el disparo ingresó en el antebrazo izquierdo, con orificio de entrada y de salida, que le perforó el estómago. En definitiva, P.F.C. creyó que era un delincuente que le quiso robar sus pertenencias, pero inmediatamente se dio cuenta que, en realidad, se trataba de su hermano, llamado R.B., que le abrió la puerta del auto para hacerle una broma. Por ese proceder, R.B. quedó tendido entre la vereda y el asfalto y falleció casi en el acto como consecuencia de las heridas sufridas...”[10].
Como señalé, existe en derecho un denso -y en algunos casos, altamente complejo- mecanismo de explicación de la responsabilidad que le cabría a quien creyese ser víctima de una agresión ilegítima, pero, por un error, termina siendo agresor. Se trata en definitiva de un caso de error en los presupuestos objetivos de una causa de justificación. Al mismo tiempo, puede advertirse que en derecho penal el término ‘conciencia’ se utiliza de forma imprecisa o heterogénea, sin una adecuada delimitación de sus alcances e implicancias. Por ejemplo, al utilizarlo como conciencia de la antijuridicidad, muchos autores simplemente lo utilizan como sinónimo de conocimiento. No obstante, otros lo desarrollan de manera distinta (en todos los casos, comparado con lo expuesto por Seth, equivaldría al pensamiento clásico, es decir, el descripto como de afuera hacia adentro - como un proceso lineal ascendente de los datos sensoriales hacia la cognición). Por ejemplo, Werner Goldschmidt, conforme lo indica su traductor, utiliza el término alemán das Bewuβtsein que remite más bien a la conciencia en un sentido intelectual, que puede definirse: en medicina, como el estado en que una persona reconoce su entorno con todos los sentidos, o, psicológicamente, como la capacidad de reconocer e interactuar con el entorno a través del discernimiento y los sentidos[11].
Pero volvamos al caso. Luego del hecho, y siendo detenido, el autor del disparo fue imputado en orden a los delitos calificados como "homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego en concurso real con lesiones culposas" por la titular de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 8 del Departamento Judicial Morón, y luego indagado. En ese momento el juez de Garantías de Morón hizo lugar a la solicitud de la fiscal para convertir la aprehensión en detención formal. Posteriormente la fiscalía ordenó el procesamiento con prisión preventiva del acusado, decisión que no fue avalada por el juez. El magistrado consideró que el caso trató de un "error" y dispuso que el imputado fuese liberado por falta de mérito (lo que implica, lógicamente, que debía seguir siendo investigado por la funcionaria judicial). Se encuentran numerosos comentarios en internet que aluden a lo que en el debate público se denomina ‘gatillo fácil’. Se formulan interrogantes como “¿Si quién hubiese intentado abrir la puerta del vehículo hubiese sido `un trapito´ la justicia hubiese resuelto en el mismo sentido?”. Estas personas olvidan, además de no tener en cuenta nociones básicas de pena natural, que, si colocamos un tercero en el lugar del hermano del autor, la idea de que se trató de una broma se diluye por completo (¿Un desconocido haría una broma de ese tipo?), y que, muy probablemente, aun ante ese supuesto, en el que un sujeto intentase jugarle una broma a una persona X, no variaría la situación a la que se vio sometido el autor, es decir, percibir que estaba siendo víctima de una agresión ilegítima. En este caso, es claro que la mirada de quienes juzgaron el hecho se basó en la percepción del autor tal como se le presentó la situación, percibida a través de sus sentidos (es decir, de afuera hacia adentro, sin otro tipo de consideraciones). Es claro también, que, al menos la fiscal de la causa, debió haber entendido que no existió un caso de error, o que ese error era -en todo caso- evitable, es decir, que el acusado debería haber podido salir de la situación de error antes de actuar defensiva/agresivamente. Caso contrario, claro está, no habría dispuesto su procesamiento.
c) Incorporación de la teoría de Seth. Trataré de incorporar la teoría de Seth al análisis del caso. Seth propone que no debería mirarse “como si el mundo se revela(se) directamente a nuestra mente consciente a través de nuestros órganos sensoriales… pensar en la percepción como un proceso de detección de características de abajo hacia arriba, una `lectura` del mundo que nos rodea…”, sino como “…lo que realmente percibimos … una fantasía neuronal de arriba hacia abajo, de adentro hacia afuera, que está controlada por la realidad, no una ventana transparente a lo que sea que esa realidad pueda ser…”. También trataré de explicar el vínculo entre el caso expuesto y la teoría sostenida como la adecuada por el autor. En esta empresa, surge mi primer interrogante ¿puede ser la percepción del acusado una percepción anormal, pero de un tipo muy distinto al de los ejemplos utilizados por el autor -esquizofrenia o consumo de sustancias estupefacientes-? Anormal ya que aquí habría una percepción en donde quien es sujeto activo de ella (quien percibe), lo hace en error sobre las causas del mundo, un error de predicción. Parafraseando al autor podríamos decir que si la experiencia subjetiva de “ver una conducta agresiva" (en lugar de una taza de café, ejemplo que cita) - está determinada por el contenido de las predicciones (de arriba hacia abajo), y no por las señales sensoriales (de abajo hacia arriba), el análisis que estaríamos haciendo (–especialmente en este ejemplo, pero me atrevería a decir que se trata de una situación general en derecho-) es cuanto menos incompleto. El análisis se efectúa dando preponderancia a lo que va de afuera hacia adentro, cuando en realidad –de acuerdo a la propuesta de Seth- debería ser –por su preponderancia- en sentido inverso de adentro hacia afuera. Señala el autor: “Aunque pueda parecer que mis sentidos proporcionan ventanas transparentes a una realidad independiente de la mente, y que la percepción es un proceso de `lectura` de datos sensoriales, lo que realmente está sucediendo es, creo, bastante diferente. Las percepciones no se originan [en un flujo] de abajo hacia arriba o de afuera hacia adentro, sino que provienen preeminentemente [en un flujo] de arriba hacia abajo o de adentro hacia afuera. Lo que experimentamos se construye a partir de las predicciones del cerebro, o las `mejores conjeturas`, sobre las causas de las señales sensoriales. Al igual que con la revolución copernicana, esta visión de arriba hacia abajo de la percepción sigue siendo consistente con gran parte de la evidencia existente, dejando sin cambios muchos aspectos de cómo parecen las cosas, mientras que al mismo tiempo lo cambia todo...”. Si esto se constata, la razón de la elección de un curso de acción y sus motivos subyacentes deberían buscarse más en el adentro que en las percepciones del afuera[12].
Cuando Seth expone sobre el experimento “The dress”[13] sostiene que “El hecho de que la gente tenga experiencias tan diferentes y las informe con tanta confianza, para la misma imagen, es una evidencia convincente de que nuestras experiencias perceptivas del mundo son construcciones internas, moldeadas por la idiosincrasia de nuestra biología e historia personales”. Esta particular característica del sujeto que percibe puede que sea (aunque no hubiese sido pensada en ese sentido) lo que en su momento el legislador previó en el art. 41 del CP[14] al establecer las pautas de mensuración de la pena. En el caso analizado deberíamos preguntarnos, si es que asumimos que la mente trabaja con expectativas previas ¿Qué debería esperarse del agente de policía que disparó contra su hermano? Considerando que es miembro de las fuerzas de seguridad podríamos pensar que, como todos los que se desempeñan en ese rubro, se encuentra sometido a altos niveles de estrés y que se ven rodeados constantemente por conductas violentas -sobre ellos y ejercidas por ellos para controlar a su vez otras conductas violentas- y que, probablemente, este estado de constante tensión podría generar un estado de alerta anormal -que para su trabajo sería en realidad normal, ya que, de otra forma se vería mucho más expuesto a sufrir lesiones o, directamente, riesgo de muerte-, y que esto, podría explicar la reacción que tuvo el autor en el momento en que le jugaron la fatal broma. Pero, al mismo tiempo, podría decirse que, siendo un profesional que se desempeña en el ámbito de las fuerzas de seguridad, debería -o al menos eso podría esperarse- estar preparado para afrontar con más calma -tomarse su tiempo para- y controlar el impulso o la reacción inmediata ante lo que cualquiera –pero no un experto- podría considerar un caso de agresión ilegítima[15].
¿Podríamos encontrar una respuesta adecuada a este interrogante desde la metodología de análisis que propone Seth? Teniendo en cuenta el examen de las condiciones externas (comúnmente denominadas "objetivas") que el autor percibió (golpe o forcejeo en la manija de la puerta de su vehículo y luego un roce en sus ropas), y las consideraciones internas o subjetivas (que constituyen lo que él es), considero que la teoría expuesta podría aportar elementos útiles en este campo, para dar una respuesta más adecuada, o al menos, para dar una mejor respuesta. Seth señala que “...algo tan básico como el color, como hemos visto, existe solo en la interacción entre un mundo y una mente. Entonces, si bien podríamos sorprendernos cuando las ilusiones perceptivas, como las que acabamos de encontrar, revelen una discrepancia entre lo que vemos (o escuchamos o tocamos) y lo que hay, debemos tener cuidado de no juzgar las experiencias perceptivas únicamente en términos de su ´exactitud´ en coincidir directamente con la realidad. La percepción precisa -'verídica'-, entendida de esta manera, es una quimera. La alucinación controlada de nuestro mundo perceptivo ha sido diseñada por la evolución para mejorar nuestras perspectivas de supervivencia, no para ser una ventana transparente a una realidad externa, una ventana que de todos modos no tiene sentido conceptual”.
Reformulando y haciendo un balance provisorio, resulta claro que mi inquietud –concretamente- es en realidad un interrogante vinculado al análisis –y la propuesta- formulado por Seth sobre lo que describe como alucinación controlada. Es decir, ¿Podría la teoría aportar elementos nuevos para explicar estos casos tan específicos? Según los postulados del autor, la lectura de “la realidad” (me permito decirlo de esa forma), en primer lugar, se basa en las constantes predicciones que realiza nuestro cerebro, en base a las señales sensoriales que llegan desde afuera, predicciones que “...caen en cascada en una dirección de arriba hacia abajo a través de las jerarquías perceptivas del cerebro...”. Ejemplifica Seth “Si está mirando una taza de café, su corteza visual estará formulando predicciones sobre las causas de las señales sensoriales que se originan en esta taza de café...”. Llevado al ejemplo escogido sobre la legítima defensa putativa, se podría decir que, si el sujeto escuchó un ruido y sintió el contacto de un tercero con su cuerpo, su corteza auditiva y visual formuló predicciones sobre las causas de esas señales sensoriales que originaron ese sonido y esa imagen. En segundo lugar –continúa el autor- las señales sensoriales, que fluyen hacia el cerebro de afuera hacia adentro, mantienen estas predicciones perceptivas vinculadas de manera útil a sus causas (ejemplos: una taza de café, un sonido, un contacto, en el caso “...le abrieron la puerta trasera de su automóvil y le tocaron su bolsillo...”), e indica “...Estas señales sirven como errores de predicción que registran la diferencia entre lo que el cerebro espera y lo que obtiene en cada nivel de procesamiento. Al ajustar las predicciones de arriba hacia abajo para suprimir los errores de predicción de abajo hacia arriba, las mejores conjeturas perceptivas del cerebro mantienen su control sobre sus causas en el mundo. Desde este punto de vista, la percepción se produce a través de un proceso continuo de minimización de errores...” y agrega “...El tercer y más importante ingrediente en el punto de vista de la alucinación controlada es la afirmación de que la experiencia perceptiva - en este caso la experiencia subjetiva de 'ver una taza de café' - está determinada por el contenido de las predicciones (de arriba hacia abajo), y no por las (de abajo hacia arriba) señales sensoriales. Nunca experimentamos señales sensoriales en sí mismas, solo experimentamos interpretaciones de ellas...”. Para Seth, si mezclamos estos ingredientes habremos preparado una inversión copernicana sobre cómo pensar en la percepción, y resalta “Parece como si el mundo se revela directamente a nuestra mente consciente a través de nuestros órganos sensoriales. Con esta mentalidad, es natural pensar en la percepción como un proceso de detección de características de abajo hacia arriba, una `lectura` del mundo que nos rodea. Pero lo que realmente percibimos es una fantasía neuronal de arriba hacia abajo, de adentro hacia afuera, que está controlada por la realidad, no una ventana transparente a lo que sea que esa realidad pueda ser...”. Luego indica que cuando hablamos sobre alucinaciones en general pensamos en algún tipo de percepción generada internamente (ver o escuchar algo que en realidad no está allí, como puede suceder en la esquizofrenia). Indica que estas asociaciones colocan la alucinación en contraste con la percepción normal, que se supone que refleja cosas que realmente existen en el mundo. Y luego agrega que en la “vista de arriba hacia abajo de la percepción” está clara distinción se convierte en una cuestión de grado, y que tanto la percepción "normal" como la alucinación "anormal" implican predicciones generadas internamente sobre las causas de las entradas sensoriales, y ambas comparten un conjunto básico de mecanismos en el cerebro. Sostiene que la diferencia es que en la percepción "normal", lo que percibimos está ligado y controlado por las causas del mundo, mientras que en el caso de las alucinaciones nuestras percepciones han perdido, hasta cierto punto, su control sobre estas causas. Cuando alucinamos –agrega- nuestras predicciones perceptivas no se actualizan adecuadamente a la luz de los errores de predicción. Pero qué pasa cuando no nos encontramos alucinando (al menos en el tradicional significado del término, como podría encontrarse alguien que sufre esquizofrenia), pero, esa lectura o percepción tampoco es “normal” ya que mal interpretamos o sufrimos un desacierto interpretativo al momento de la percepción ¿Es una interpretación anormal? En nuestro caso no estamos ante un esquizofrénico, nos encontramos ante una persona que actuó en la creencia equivocada –leyó, se podría decir, deficientemente las señales que se le estaban presentando- y en base a esa interpretación, actuó.
El autor indica que “esto se aplica mucho más allá del ámbito de la experiencia del color. Se aplica a toda la percepción. El panorama multisensorial inmersivo de su escena perceptiva, aquí y ahora, es un acercamiento desde el cerebro al mundo, tanto una escritura como una lectura. La totalidad de la experiencia perceptiva es una fantasía neuronal que permanece unida al mundo a través de un continuo hacer y rehacer las mejores conjeturas perceptuales, de alucinaciones controladas. Incluso se podría decir que todos estamos alucinando todo el tiempo. Es solo que cuando estamos de acuerdo con nuestras alucinaciones, eso es lo que llamamos realidad...”, y agrega que “En conjunto, estos ejemplos, aunque admitida y deliberadamente simples, revelan que la percepción es un acto generativo y creativo; una interpretación proactiva, cargada de contexto y un compromiso con las señales sensoriales. Y como mencioné anteriormente, el principio de que la experiencia perceptiva se construye a partir de predicciones basadas en el cerebro se aplica en todos los ámbitos, no solo a la visión y el oído, sino a todas nuestras percepciones, todo el tiempo”.
En el caso del ejemplo, era necesaria una ponderación de las valoraciones culturales (de la conformación de la conciencia, es decir, lo que compone la conciencia del autor) en el error al entender que se daban los presupuestos objetivos de una causa de justificación. El sujeto era miembro de la fuerza de seguridad, circunstancia que implica que la composición de sus expectativas perceptivas deberían haber sido tenidas específicamente en cuenta al momento de analizar su responsabilidad penal. Nuevamente, si lo más relevante es lo que va de adentro hacia afuera (en lugar de lo que viene de afuera hacia adentro) sería necesario un estudio preponderante sobre lo que compone "su adentro", para luego valorar las circunstancias que hicieron que reaccione agresiva/defensivamente ante lo que supuso o identificó como una agresión que ponía en riesgo sus bienes, integridad física, o su vida. Ahora bien -como indicamos anteriormente- otros podrían decir que el análisis es equivocado y que "su adentro" justamente por ser miembro de una fuerza de seguridad debería haber estado preparado para reaccionar adecuadamente, para medir una situación que no representaba peligro, puesto que este tercero (su hermano) actuaba con animus iocandi y no con voluntad lesiva. Y es justamente por esto que entiendo que esta forma de comprender la consciencia y su proceso de conformación podría ser de suma utilidad para nosotros como una herramienta de ponderación obligatoria por parte del juez al momento de la decisión judicial. En definitiva, en este caso particular, las expectativas perceptivas, que serían las que dan forma a la experiencia consciente, no fueron tenidas en cuenta, y, al menos aquí, entiendo, podrían haber aportado algún elemento de relevancia considerando las circunstancias específicas de lo que se le presentó al acusado. Existen, por otra parte, "descuentos" que no fueron tenidos en cuenta y que, si se hubiesen analizado adecuadamente, la fiscal de la causa no debería haber dictado el procesamiento del acusado, o, de así haberlo hecho, deberían haberse considerado circunstancias especiales de conformación (como el supuesto entrenamiento que deberían tener los miembros de una fuerza de seguridad ante situaciones de alto estrés). En mi opinión, nos encontramos –casi sin lugar a dudas- ante un caso de legítima defensa putativa. Para que la defensa putativa pueda invocarse como excluyente de responsabilidad penal, es preciso que medien tres recaudos similares a los exigidos para la actuación en legítima defensa: a) creencia razonable de que hay una agresión ilegítima; b) necesidad racional del medio empleado para impedir o repeler la supuesta agresión y, c) falta de provocación suficiente por parte del que cree defenderse (requisitos requeridos unánimemente por la jurisprudencia y la doctrina). A la inversa, a los efectos de invocar la defensa putativa como excluyente de responsabilidad, la creencia de que se está frente a una agresión ilegítima, no es razonada cuando es determinada por un error culpable, no esencial y vencible, de que el autor será atacado. En el caso, de acuerdo a las circunstancias que se le presentaron al autor, y por su modelo generativo, es posible sostener que este no se encontraba en condiciones de salir de su error, y, por ende, de la equivocada creencia de que era víctima de una agresión que autorizaba su autodefensa. En palabra de Seth, se encontraba limitado por sus experiencias perceptivas del mundo, sus construcciones internas, moldeadas por las idiosincrasias su biología y su historia personal. La percepción de la situación como ilegítimamente agresiva fue la mejor suposición del cerebro del acusado ya que se podría decir que este tipo de reacción ante este tipo de situaciones se encuentra inscrito profundamente en sus circuitos. En efecto, ante el ingreso imprevisto de un supuesto extraño a su vehículo y al roce o tocamiento no permitido voluntariamente, su respuesta fue: “me encuentro ante un delito, en situación de víctima, circunstancia que me autoriza a actuar agresiva/defensivamente”. Y, claro está, quien juzgó o resolvió el caso –en primer momento, la fiscal- lo hizo con una imagen ya confirmada (ex post) –en la seguridad de que no se trataba de un peligro real-, cuando el análisis, para ser adecuado (justo), debería ser formulado ex ante (es decir, el fiscal conoce que se trataba de una broma, no obstante, debe intentar analizar la situación desde el lugar del sujeto que carece de dicha información). Seth señala además que “...La función de la percepción, al menos en una primera aproximación, es descubrir las causas más probables de las señales sensoriales, no dar consciencia de las señales sensoriales en sí mismas, sea lo que sea que eso signifique...” y que “La alucinación controlada de nuestro mundo perceptivo ha sido diseñada por la evolución para mejorar nuestras perspectivas de supervivencia, no para ser una ventana transparente a una realidad externa, una ventana que de todos modos no tiene sentido conceptual...”. Y es en casos como este, en donde el contenido de la experiencia perceptiva esta discutido, casos en donde la supervivencia -al menos en la creencia de quien actúa- se encuentra en juego es en donde debe extremarse el método de análisis de la conducta concreta.
Por otra parte, en el capítulo quinto el autor indica que “la percepción ocurre a través de un proceso continuo de minimización del error de predicción. De acuerdo con esta idea, el cerebro genera continuamente predicciones sobre las señales sensoriales y compara estas predicciones con las señales sensoriales que llegan a los ojos y los oídos, la nariz, la piel, etc. Las diferencias entre las señales sensoriales predichas y reales dan lugar a errores de predicción... Mientras que las predicciones perceptivas fluyen predominantemente en una dirección de arriba hacia abajo (de adentro hacia afuera), los errores de predicción fluyen en una dirección de abajo hacia arriba (de afuera hacia adentro). Estas señales de error de predicción son utilizadas por el cerebro para actualizar sus predicciones, listas para la próxima ronda de entradas sensoriales. Lo que percibimos está dado por el contenido de todas las predicciones de arriba hacia abajo juntas, una vez que los errores de predicción sensorial se han minimizado, o "explicado", en la medida de lo posible...”. No obstante, en este caso, no hubo tiempo para corregir ese error, y, por ello, debemos analizar, en definitiva, si la conjetura del autor fue su mejor suposición bayesiana -método que Seth incorpora justamente en este capítulo-. Indica el autor “...El cerebro se enfrenta no solo al desafío de descubrir las causas más probables de sus entradas sensoriales, sino también a descubrir qué tan confiables son las entradas sensoriales relevantes. Lo que esto significa, en la práctica, es que el cerebro ajusta continuamente la influencia de las señales sensoriales en la inferencia perceptiva. Lo hace alterando transitoriamente su precisión estimada. Esto es lo que significa el término ´ponderación de precisión´. Reducir la precisión estimada significa que las señales sensoriales tienen menos influencia en la actualización de las mejores conjeturas, mientras que aumentar la ponderación significa lo contrario: una mayor influencia de las señales sensoriales en la inferencia perceptiva. De esta manera, la ponderación de precisión juega un papel esencial en la coreografía de la delicada danza entre las predicciones y los errores de predicción necesarios para llegar a la mejor suposición perceptual. Aunque esto suena complicado, todos estamos íntimamente familiarizados con el papel de la ponderación de precisión en la percepción. Aumentar la precisión estimada de las señales sensoriales no es otra cosa que 'prestar atención'...”.
¿Y si el modelo generativo del acusado hubiese estado dañado para accionar correctamente ante una situación como la descripta? ¿Sería esto determinable de alguna manera? Piénsese en lo útil que sería para casos como este lograr determinar –científicamente- si nos encontramos ante un error evitable sobre las condiciones objetivas/materiales de una causa de justificación como la legítima defensa (es decir que el sujeto obró sin conciencia de la antijuridicidad de su conducta), ya que, una persona con estas falencias en su modelo generativo no debería ser –p. ej. y ab initio- autorizado a portar un arma. Por otra parte, ya en el capítulo sexto indica que “Como sabemos por el capítulo anterior, los modelos generativos pueden predecir las consecuencias sensoriales de las acciones. Estas predicciones son 'condicionales' o 'contrafactuales' en el sentido de que se refieren a lo que podría pasar o lo que podría haber pasado con las señales sensoriales, dada alguna acción específica...”, y más adelante señala “Pero el cambio, como la objetualidad, es otra manifestación de la estructura profunda de la experiencia perceptiva. El cambio en la percepción no está simplemente dado por el cambio en los datos sensoriales. Percibimos el cambio a través de los mismos principios de mejor suposición que dan lugar a todos los demás aspectos de la percepción. Muchos experimentos han demostrado que el cambio físico, el cambio en el mundo, no es necesario ni suficiente para la percepción del cambio...”. Este razonamiento me genera ciertos interrogantes. Un cambio físico, un cambio en el mundo, como lo llama el autor, p. ej., agregando un sonido extra como dato nuevo en el suceso trágico que estamos tomando como ejemplo ¿hubiese provocado un cambio de algún tipo en la percepción que hubiese generado una experiencia perceptiva diferente? Si su hermano hubiese acompañado su acción con un saludo -p. ej.- ¿hubiese podido reconocer ese sonido como la voz de su hermano y así poder generar un resultado/output diferente? Es contrafactico, claro está, pero me parece que es un aspecto que merecería ser explorado. De igual manera encuentro interesante los casos de ceguera al cambio (inclusive vincularla a la teoría/doctrina denominada "ceguera ante los hechos" -una variante muy similar, "ignorancia deliberada"- en el ámbito del derecho penal).
Señala Seth que percibimos con y a través de nuestros modelos generativos, y al hacerlo, a partir de un mero mecanismo, surge un mundo estructurado, y en ese sentido “Partiendo del principio de que el cerebro debe inferir las causas ocultas de sus entradas sensoriales, hemos llegado a una nueva comprensión de por qué y cómo nuestro universo interior está poblado de todo, desde tazas de café hasta colores y causalidad: cosas que parecen ser propiedades de una realidad objetiva externa, donde este parecer-ser es en sí mismo una propiedad de la inferencia perceptiva. Y es precisamente la propiedad de `aparentar ser real` lo que agrega combustible adicional a las intuiciones dualistas sobre cómo se relacionan la experiencia consciente y el mundo físico, intuiciones que a su vez conducen a la idea del problema difícil. Debido a que nuestras percepciones tienen el carácter fenomenológico de 'ser reales', es extraordinariamente difícil apreciar que, de hecho, las experiencias perceptivas no necesariamente, o nunca, corresponden directamente a cosas que tienen una existencia independiente de la mente...”. Esto lleva a preguntarse si se determinó -o al menos se intentó comprobar- de qué estaba poblado el mundo interior del sujeto actuante de nuestro ejemplo, y si esto realmente hubiese sido relevante para determinar si su conducta fue o no apegada a derecho o si reportaría alguna relevancia el haber podido comprobar si el mundo interior del sujeto estaba poblado de situaciones de riesgo y peligro (tanto de terceros como víctimas, como propias actuando en defensa de esos terceros) en los que debía intervenir (obligación, no voluntad) ya que esa era su actividad habitual/profesión. Entiendo que serían aspectos relevantes que deberían haberse tenido en cuenta. Con esto concluyo el análisis de esta parte del trabajo. Aun si estuviese en lo correcto, en el sentido de advertir una posibilidad de aprovechar los contenidos de la propuesta de Seth para un mejor análisis la conducta del ser humano en el campo específico del derecho penal, estoy consciente de que quedan infinidad de cuestiones sin analizar, tales como ¿Es el análisis del juez sobre la conducta de quien juzga una especie de percepción social (de las que describe el autor en el capítulo 8), a modo de inferir el estado mental del acusado mediante una inferencia perceptiva? ¿Se puede decir algo al respecto? ¿Variaría el análisis si considerásemos la predicción del sujeto actuante exclusivamente como una predicción interoceptiva[16]? entre otras.
4. Un detalle vinculado al lenguaje
Presiento que el término “alucinación” podría generar resistencias fuertes en el mundo jurídico. Los motivos serían varios, pero principalmente serían objetables ciertas implicancias perjudiciales que esa práctica acarrearía. Sin lugar a dudas que el término refiere a una sensación subjetiva falsa (trasladado a nuestro ejemplo, errónea) y aquí también se ubica en ese mismo sentido. No obstante, sería más prudente utilizar la denominación “confusión” que nos dirige directamente a falta de claridad, error, o equivocación. En la creación del yo, Anil Seth utiliza el término "alucinación controlada" para referirse a su hipótesis central de la consciencia: la idea de que nuestra percepción del mundo (y de nosotros mismos) no es un reflejo directo de la realidad externa, sino una construcción interna generada por el cerebro basada en predicciones, y ajustada constantemente por los datos sensoriales. La “alucinación” es “controlada” precisamente porque esas predicciones se corrigen en función del mundo real. Pero este término, como ya indicamos, se aleja mucho de los típicamente técnico-jurídicos. Quizás algunas expresiones alternativas que podrían transmitir esta idea, respetando su sentido, podrían ser: a. "simulación guiada por datos" – subraya la idea de una representación interna que se ajusta con la información sensorial; "percepción predictiva" – enfoca el rol de las predicciones cerebrales en la construcción de la experiencia perceptiva; "construcción perceptual modulada" – enfatiza que la percepción es una construcción, pero regulada por datos externos; "alucinación con anclaje sensorial" – mantiene el término “alucinación” pero lo matiza con su base en los sentidos; "modelo interno calibrado por el entorno" – describe el mismo proceso desde una perspectiva más cognitiva o computacional.
Vinculando estas alternativas al caso del oficial de policía PFC vamos a tratar de encontrar la que podría ajustarse mejor al caso narrado, necesitamos considerar la dinámica de percepción involucrada: “una situación ambigua, de alta tensión, en la que el cerebro interpreta un estímulo sensorial bajo la influencia de una predicción previa (el riesgo de robo) que domina la experiencia inmediata. En este camino alucinación con anclaje sensorial se presenta precisa, ya que el oficial alucinó que lo atacaban, y esa alucinación estaba “anclada” en estímulos reales (se abrió una puerta, lo tocaron). Describe bien cómo el cerebro completó y distorsionó la escena. Refleja con fidelidad lo que ocurrió en términos de teoría perceptiva: el oficial proyectó una interpretación ilusoria (un robo inminente) sobre una situación ambigua y sensorialmente real (una puerta abierta, un toque), resultando en una reacción letal. Esta formulación preserva el espíritu del concepto de Seth, pero lo aplica con claridad en una situación donde la predicción no solo domina, sino que desvirtúa completamente la percepción”. También modelo interno calibrado por el entorno refleja la arquitectura mental general, no obstante, la anterior parece más adecuada.
Debo reconocer que –en mi opinión- la palabra alucinación (acompañada por controlada o con anclaje sensorial) es potente desde lo conceptual, pero por su origen puede tener connotaciones psiquiátricas o patológicas que, en contextos como el del policía (un sujeto que actúa en una fracción de segundo), podría no resultar del todo apropiada o podría prestarse a malas interpretaciones. En consecuencia, entre la objeción teórica, chequeada en la práctica, me permite agregar otras alternativas viables a alucinación, como, p. ej., simulación (“simulación controlada por el cerebro”). Este término es más neutral y bien aceptado en ciencia cognitiva. Al mismo tiempo, capta la idea de que el cerebro genera una representación interna que puede anticiparse erróneamente a la realidad. Otro podría ser predicción perceptiva errónea. Se fija aquí en el proceso de anticipación que da forma a lo que percibimos, y, en el caso, refleja adecuadamente cómo el policía actuó con base en lo que esperaba que sucediera, no en lo que objetivamente sucedía. También construcción perceptual distorsionada. Aquí se expresa, o se intenta expresar, que la percepción es un proceso activo de construcción, es de utilidad para resaltar la arquitectura interna de la percepción sin patologizarla. Otra podría ser interpretación anticipada de amenaza. Entiendo que esta opción se presenta muy clara desde el punto de vista forense o jurídico, enfatiza el rol de la expectativa y la evaluación emocional de la situación. Similar a esta, percepción inferida desde el modelo interno, que mantiene un lenguaje técnico, pero sin sugerir delirio y destaca que el cerebro infiere lo que ocurre, y que, de tanto en tanto, infiere mal. De todo este derrotero de opciones, podríamos quedarnos con interpretación perceptiva anticipada errónea basada en predicciones cerebrales, o, más limitada, percepción anticipada distorsionada o simulación cerebral de amenaza. Una versión reformulada del caso (con lenguaje técnico-neurocognitivo) podría ser la siguiente: El oficial mayor de la Policía, identificado como PFC, quien presta funciones en la Superintendencia de Investigaciones de la fuerza porteña, se encontraba detenido en su vehículo particular, aguardando la luz verde del semáforo. En ese contexto, un estímulo repentino —la apertura de la puerta trasera de su automóvil seguida de un contacto físico a la altura de su bolsillo— activó en él una interpretación perceptiva anticipada de amenaza, construida por su sistema cognitivo en función de expectativas previas vinculadas a su experiencia profesional en contextos de riesgo. Esta simulación cerebral de una situación de peligro inminente, modulada por datos sensoriales ambiguos, derivó en una reacción inmediata: el oficial efectuó tres disparos con su arma reglamentaria, impactando uno de ellos en el lateral izquierdo de la persona interviniente. El proyectil ingresó por el antebrazo izquierdo, lo atravesó y penetró en la región abdominal, provocando una herida letal. Tras el disparo, el oficial advirtió que el sujeto al que había alcanzado no era un agresor, sino su propio hermano, RB, quien había intentado hacerle una broma sin previo aviso. Como consecuencia de la herida, RB cayó al suelo entre la vereda y la calzada, falleciendo casi en el acto.
5. Conclusiones[17]
1. Aportes clave de presente desarrollo: a-La teoría de Seth permite entender errores perceptivos como construcciones inevitables; b--Esto refuerza la doctrina del in dubio pro reo desde una base neurocientífica; c-Abre un campo de diálogo entre dogmática penal y neurociencia para repensar la culpabilidad. 2. Consecuencias para la teoría del delito: a-la teoría de la alucinación controlada propuesta por Seth es útil como herramienta interpretativa en el análisis penal, no como un simple aporte conceptual, sino como una transformación profunda en la forma de entender la subjetividad penalmente relevante. En lugar de limitar el análisis a una comparación entre la conducta del imputado y un estándar normativo externo —el del “hombre razonable” o el del “observador imparcial”—, el foco pasaría a situarse sobre el modo en que ese sujeto en particular construyó su percepción del hecho, es decir, sobre su modelo generativo, su historia individual, su carga emocional y la configuración neurocognitiva desde la cual interpretó los estímulos del entorno. Esto exige al derecho penal una reconsideración de categorías como la evitabilidad del error, la conciencia de la antijuridicidad y el juicio de reproche, ya no como juicios abstractos o normativos en sentido estricto, sino como evaluaciones necesariamente ancladas en un entendimiento empírico de cómo el cerebro humano procesa, predice y actúa en contextos de incertidumbre, amenaza o estrés. En definitiva, la integración del marco teórico de Seth nos interpela a abandonar ficciones objetivas que muchas veces invisibilizan el funcionamiento real del sujeto que actúa, y a reorientar el análisis de la imputación subjetiva hacia una comprensión más ajustada a la complejidad de la experiencia perceptiva humana. La legítima defensa putativa, tradicionalmente abordada desde una óptica dogmática estrictamente normativa, puede ser enriquecida —e incluso replanteada— a la luz de los aportes provenientes de las neurociencias cognitivas. Si entendemos que la percepción humana no es un reflejo objetivo del entorno, sino el resultado de un proceso activo de inferencia cerebral —guiado por modelos predictivos jerárquicos basados en la experiencia previa, el estado corporal y el entorno emocional del sujeto—, entonces las categorías jurídicas tradicionales sobre el “error” y su “evitabilidad” requieren una revisión crítica; b- Profundización del mecanismo neurocientífico para la evitabilidad del error. El punto neurálgico del análisis de la legítima defensa putativa es la evitabilidad del error. Se aborda la "ponderación de precisión" (precision weighting)[18], vinculada a la inevitabilidad. En este aspecto, se torna absolutamente relevante el enfoque en la ponderación de precisión y el estrés (P.F.C.). El concepto de Seth sobre la "ponderación de precisión" podría funcionar como el fundamento empírico de la inevitabilidad. El argumento sería que en una situación de "urgencia y ambigüedad" (como el caso del oficial P.F.C.), el cerebro debe priorizar su creencia a priori (la expectativa profesional de amenaza) sobre los errores de predicción sensoriales (los inputs ambiguos o no letales, como el sonido de la puerta o el roce de la ropa). La acción de disparar se produce porque el sistema reduce intencionalmente la influencia (ponderación) de la señal sensorial entrante ("reducir la precisión estimada") para que el prior de "peligro inminente" se cumpla y se ejecute la respuesta motora. Si el cerebro sistemáticamente infrapondera el input sensorial bajo amenaza, el error se vuelve neurocognitivamente inevitable en ese instante, proporcionando una base empírica fuerte para la exculpación o atenuación; c- La alostasis y la regulación fisiológica: podría ser de utilidad conectar la alucinación controlada con el concepto de alostasis (estabilidad a través del cambio) y las variables esenciales (temperatura, ritmo cardíaco, etc.). La percepción de amenaza (el miedo o la ansiedad) es una "percepción orientada al control" (alucinación controladora) cuyo propósito es regular la condición fisiológica del cuerpo y garantizar la supervivencia. La predicción de ataque inminente del oficial P.F.C. no es solo una idea, sino un mecanismo de supervivencia que se cumple a sí mismo (inferencia activa) a través de la acción (disparar). Esto da un marco más robusto que un simple "error de percepción"; d- Análisis de la agencia y el libre albedrío. Sin dejar el foco de análisis, la percepción, la culpabilidad se vincula a la voluntariedad de la acción. La volición como percepción: el análisis de Seth indica que la volición es una forma de percepción relacionada con el yo. En el caso P.F.C., la acción se desarrolla en una fracción de segundo, limitando los "grados de libertad" (múltiples formas de responder). Seth argumenta que la experiencia de volición es una predicción perceptiva que se cumple por sí misma y no una causa inmaterial de la acción. 3. Articulación con la Dogmática Penal. El modelo de Seth aporta la justificación empírica de por qué el error es invencible (o, al menos, altamente dificultoso) en sujetos neurotípicos[19] con alta carga de estrés contextual (entrenamiento policial), lo que fortalece la posición de Zaffaroni y la valoración subjetiva que piden otros autores.
Notas
[1] Anil Seth, Being you – A new Science of Consciousness, Nivel 1 - El verdadero problema ¿Qué es la conciencia? – published in the UK in 2021 by Faber & Faber Ltd. Bloomsbury House 74–77 Great Russell Street - London WC1B 3DA - All rights reserved - © Anil Seth, 2021.
[2] “La probabilidad bayesiana… considera las probabilidades como grados de creencia que se modifican con la información. Una probabilidad bayesiana se refina a medida que se dispone de más información. En el límite de un número infinito de ensayos, la probabilidad bayesiana y la convencional convergen. En presencia de información limitada, las probabilidades bayesianas suelen asignarse fácilmente cuando las probabilidades convencionales no pueden…” (Enciclopedia de Ciencias Físicas y Tecnología - Tercera edición, 2001 - Copyright © 2001 Elsevier Science Ltd. - Editor en jefe Robert A. Meyers, Ramtech, Inc., Tarzana, California, EE.UU.).
[3] En clara remisión a la noción filosófica de Descartes en el siglo XVII quien sostenía que el comportamiento animal puede compararse con el de las máquinas.
[4] https://www.youtube.com/watch?v=xdxlT68ygt8
[5] https://www.youtube.com/watch?v=z6d96Q-0N8s
[6] https://www.youtube.com/watch?v=ShQytdwUiXA
[7] Conforme surge de distintos trabajos e investigaciones científicas, como por ejemplo la de Marlatte/Di Nota/Andersen (Marlatte, H., Di Nota, P. M., & Andersen, J. P. (2025). El estrés fisiológico impacta diferencialmente en el rendimiento cognitivo durante—y la memoria posterior a—encuentros policiales simulados con personas que experimentan una crisis de salud mental. Frontiers in Psychology, 16:1549752. doi: 10.3389/fpsyg.2025.1549752) este enfoque teórico encuentra validación y aplicación directa en estudios recientes de psicología jurídica y neurociencia cognitiva enfocados en el rendimiento policial y la toma de decisiones bajo amenaza.
El estudio citado se basa en el análisis de datos de 57 oficiales de policía que participaron en escenarios basados en la realidad para medir el desempeño cognitivo y la memoria, encontrando que el estrés fisiológico impacta de forma diferente la ejecución de tareas durante el incidente y la capacidad de recordar los eventos posteriormente. El enfoque del estudio se basa en entender el rol del estrés en la cognición de los oficiales al manejar encuentros simulados con personas en crisis de salud mental.
La teoría de la codificación predictiva (PC), que es el marco neurocognitivo subyacente a la "alucinación controlada" de Seth, ha sido ampliamente utilizada para modelar cómo el cerebro de los agentes de seguridad interpreta el peligro. La literatura sobre PC en contextos de seguridad respalda varios puntos clave del presente análisis: 1. Distorsión perceptiva genuina bajo estrés. El procesamiento predictivo explica cómo, bajo estrés intenso o alta presión, los sesgos internos y las expectativas previas (priors) pueden llevar a interpretaciones erróneas de la amenaza (por ejemplo, confundir un objeto inofensivo con un arma) sin que medie una intención deliberada de causar daño. Investigaciones como la de Halenta (2025) y Majeed (2023) proponen incorporar estos hallazgos para distinguir las distorsiones perceptivas genuinas (ligadas a las limitaciones predictivas del cerebro) de la mala conducta intencional, lo cual es fundamental para ajustar la atribución de responsabilidad. Majeed (2023) específicamente argumenta que el miedo o la excitación intensa pueden llevar al oficial a "ver" una pistola donde no la hay (realismo afectivo), ya que la predicción emocional es tan fuerte que domina la percepción de estímulos ambiguos; 2. Influencia de la experiencia y el contexto (Priors). La literatura neurocognitiva policial explica las "corazonadas" o intuiciones de los agentes en escenarios de riesgo como la mejor hipótesis predictiva del cerebro (inferencia activa o cerebro Bayesiano), que se apoya fuertemente en creencias previas (priors) actualizadas a lo largo de su experiencia, especialmente ante poca información sensorial objetiva. En el caso del oficial P.F.C., esto valida la necesidad de evaluar su "adentro" como un conjunto de priors profesionales de riesgo; 3. Sesgos sociales y percepción de armas. La codificación predictiva también ofrece un marco para entender cómo los estereotipos y los conocimientos grupales previos (priors sociales) pueden sesgar la percepción de amenaza. Estudios en simulaciones (como el shooter task) muestran que los participantes son más propensos a identificar erróneamente objetos inocuos como armas cuando el objetivo pertenece a un grupo estereotipado como violento, demostrando cómo los priors culturales se integran en las inferencias perceptivas de fracción de segundo. Esto refuerza el argumento de que la percepción del oficial P.F.C. estaba moldeada por la idiosincrasia de su biología e historia personales; 4. Arousal (nivel de excitación o activación fisiológica) fisiológico y el dilema de la precisión. El estrés fisiológico (medido por la frecuencia cardíaca máxima - HRMax) no solo afecta la percepción, sino que modula diferencialmente la cognición, alineándose con el concepto de ponderación de precisión (precision weighting): -Arousal adaptativo. Un aumento moderado del HRMax antes y durante los escenarios se asocia con un mejor entendimiento de la situación y menos errores de uso de fuerza letal. Esto sugiere que un nivel óptimo de arousal es necesario para la ejecución de la "alucinación controlada"; -Impedimento cognitivo. Sin embargo, este mismo aumento de arousal está relacionado con el deterioro del procesamiento espacial, lo que puede generar "visión de túnel" (tunnel vision), donde la atención se dirige a amenazas externas (como un arma o un roce) a expensas de la información espacial o la posición del propio cuerpo; 5. Impacto del error en la memoria. La investigación experimental también revela que cometer un error de fuerza letal (una decisión de disparar incorrecta) es el predictor más fuerte de una posterior degradación de la memoria post-incidente (memoria perceptual y de las propias acciones). Esto tiene implicaciones directas para la credibilidad y fiabilidad del testimonio del oficial P.F.C. y subraya la importancia de reducir el estrés durante el período de revisión posterior al escenario (debriefing).
En resumen, entiendo que estos estudios confirman la validez del modelo de Seth (codificación predictiva) para explicar los errores en la percepción de amenaza en las fuerzas de seguridad, proporcionando el fundamento científico-empírico que su trabajo requiere para sustentar la inevitabilidad del error en casos como la legítima defensa putativa (desarrollos vinculados: Kaye, A.P. & Krystal, J.H. (2020). Predictive processing in mental illness: Hierarchical circuitry for perception and trauma. J. Abnormal Psychology, 129(6), 629–632. DOI: 10.1037/abn0000628; Kube, T., et al. (2020). Rethinking post-traumatic stress disorder – A predictive processing perspective. Neurosci. & Biobehav. Reviews, 113, 448–460. DOI: 10.1016/j.neubiorev.2020.04.014; Halenta, D. N. (2025). When Perception Fails: Neurocognitive Factors in Police Use-of-Force Decisions. Manuscrito publicado en SSRN; Majeed, R. (2023). Gunning for affective realism: Emotion, perception and police shooting errors. Philosophical Psychology, 36(5), 532–554).
[8] Tema que trata en el capítulo 11 “Degrees of freedom”, al que me referiré someramente más adelante.
[9] Por ejemplo, si debemos tener en cuenta para ello un baremo –un parámetro estándar- o si deben considerarse las capacidades del autor en concreto.
[10] Lamentablemente no cuento el fallo judicial, circunstancia que impide conocer lo dicho –p. ej.- por el propio imputado- entre otros detalles que serían de utilidad. Es por ello que el hecho transcripto fue extraído de un trabajo de investigación publicado en el SAIJ, titulado El error sobre los presupuestos objetivos de una causa de justificación (la ausencia de predictibilidad de la teoría del hecho punible), de Alberto Sandhagen, del 18/11/20 - www.saij.gob.ar - Id SAIJ: DACF200238. El texto de Sandhagen permite conocer someramente las respuestas que en doctrina dan las distintas teorías sobre el tema.
[11] Werner Goldschmidt, La conciencia de la antijuridicidad desarrollada desde la doctrina de la violación de domicilio, prólogo y traducción: Julio E. Chiappini, UNR Editora, Rosario, Argentina, 2017. Dice el autor “...la conciencia de la antijuridicidad consiste, en todos los delitos, en la conciencia de que el hecho acarreará consecuencias de derecho dañosas para el autor...”, pág. 30.
[12] Una salvedad. El caso escogido es extremo en el sentido de que parecería que nos encontramos más ante una “reacción” que ante una “acción”, si es que tal diferenciación tiene algún sentido. Existen una gran cantidad de supuestos similares que podrían utilizarse, no obstante, la idea es demostrar lo más claramente posible un punto de vista, esto es, la relevancia de lo expuesto por el autor para el análisis de ciertas conductas en el ámbito penal.
[13] Se puede acceder en línea a https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/vestido-azul-o-blanco-explicaciones-sobre-la-percepcion-del-color_25568 -
[14] Art. 41. A los efectos del artículo anterior, se tendrá en cuenta: 1º. La naturaleza de la acción y de los medios empleados para ejecutarla y la extensión del daño y del peligro causado; 2º. La edad, la educación, las costumbres y la conducta precedente del sujeto, la calidad de los motivos que lo determinaron a delinquir, especialmente la miseria o la dificultad de ganarse el sustento propio necesario y el de los suyos, la participación que haya tomado en el hecho, las reincidencias en que hubiera incurrido y los demás antecedentes y condiciones personales, así como los vínculos personales, la calidad de las personas y las circunstancias de tiempo, lugar, modo y ocasión que demuestren su mayor o menor peligrosidad. El juez deberá tomar conocimiento directo y de visu del sujeto, de la víctima y de las circunstancias del hecho en la medida requerida para cada caso.
[15] Aquí los términos normal y anormal están utilizados en un sentido no técnico.
[16] Según Seth “...las experiencias afectivas no están simplemente moldeadas por predicciones interoceptivas sino constituidas por ellas. Las emociones y los estados de ánimo, como todas las percepciones, provienen de adentro hacia afuera, no de afuera hacia adentro. Ya sea miedo, ansiedad, alegría o arrepentimiento, cada experiencia emocional se basa en la mejor conjetura perceptual de arriba hacia abajo sobre el estado del cuerpo (y sobre las causas de este estado). Reconocer este es el primer paso clave para comprender cómo las experiencias de ser un yo encarnado están vinculadas a nuestra materialidad de carne y hueso...” (Cap. 9).
[17] Para profundizar: a. Andy Clark, Surfing Uncertainty: Prediction, Action, and the Embodied Mind (2015); Jakob Hohwy, The Predictive Mind (2013); Michael S. Gazzaniga, Who's in Charge? Free Will and the Science of the Brain (2011); Uri Maoz & Gideon Yaffe, artículos recientes sobre neuroscience and criminal responsibility (varios en revistas como Trends in Cognitive Sciences y Neuroethics). Maoz trabaja específicamente la conexión entre findings en neurociencia y su relevancia (o no) para estándares jurídicos de imputabilidad; Adrian Raine, The Anatomy of Violence (2013); Thomas Metzinger, Being No One (2003); The Ego Tunnel (2010).
[18] La “ponderación de precisión” (precision weighting), recordemos, es un concepto de la teoría bayesiana jerárquica aplicado a la percepción, ligado al “error de predicción”.
[19] “No afectado por un trastorno o condición (como el trastorno del espectro autista, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, la dislexia o el trastorno obsesivo-compulsivo) que impacta la manera en que el cerebro procesa la información: que exhibe o es característico del desarrollo neurológico típico” (Merriam-Webster Dictionary, voz neurotypical). Refiere, en definitiva, a personas cuyo funcionamiento cerebral se ajusta a lo que se considera como típico o dentro de las normas establecidas por la sociedad en la que se encuentran inmersas.